Trabajador y genio incombustible, progresivamente su prestigio en alza le permitió participar en diversas muestras y exposiciones a nivel mundial: Londres (1921), Bienal de Venecia (1928,1942), Berlín (1942), Oslo (1931), San Francisco (California, 1927) o Amsterdam (1928), entre otras. Asimismo recibe multitud de galardones obtenidos a lo largo de su carrera: medalla de oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid (1943), en la Exposición Internacional de Barcelona (1929), en la exposición de Rincones y costumbres (1942), la medalla de honor de la exposición nacional de Bellas Artes (1945) concedida a título póstumo,...
En sus obras pese a estar entroncado con la corriente expresionista europea de James Ensor o George Roault, se desprende el aroma de la tradición pictórica española. No en vano el historiador y crítico de arte Juan Antonio Gaya Nuño, lo describía así: "El estilo solanesco, o lo que es lo mismo, el arte de Gutiérrez Solana, es aquel que posee realismo a ultranza, expresionismo sustancial y paleta sobria en pardos y oscura en ausencia notable de tonos luminosos, todo ello al modo de nuestros grandes pintores barrocos, a los que Solana estudia, interpreta y refleja de manera inmortal, Velázquez, Ribera, Zurbarán, además del Greco y Goya, y en el extranjero Brueghel el Viejo y Rembrant".
Con un estilo determinado por su temática en torno al significado de la muerte (quizás por el súbito impacto ocasionado tras visualizar de niño el cadáver de su hermana) y la simbología de las máscaras, causantes de varias crisis nerviosas durante su infancia. Suya es una trayectoria marcada por el carácter tétrico y siniestro de las obras, en su mayoría reflejo del costumbrismo español, y que engloba desde pinturas de toreros hasta de bodegones y retratos pasando por la atención mostrada hacia prostitutas o coristas. En una clara progresión profesional que adquiere tintes macabros, en conexión directa con dramáticas vivencias de tipo personal. De este modo las pinturas negras de Goya, representan una fuerte influencia en la fijación de su estilo.
En cuanto a su faceta de escritor destacan algunas obras como: Madrid escenas y costumbres (1913), Madrid callejero (1923), Florencio Cornejo (1926) o La España Negra (1920). Su producción actualmente se halla expuesta alrededor de medio mundo, en las salas del museo contemporáneo de Madrid y Bilbao, el de Arte Moderno barcelonés, Nueva York, Buenos Aires y diversas colecciones particulares. Su contribución artística puede afirmarse que ha sido uno la de los pintores más geniales de su generación en la primera mitad del siglo XX, y por ende de la pintura nacional.
Las coristas (bajos fondos) (1915).
El Lechuga y su cuadrilla (1917).
Los pájaros (1920).
Los payasos (1920).
Tertulia en el Café Pombo (1920).
El espejo de la muerte (1929).
Las chicas de la Claudia (1929).
Suplicio Chino (1930).
El osario (1931).
El capitán mercante (1936).
Retrato a Unamuno (1936).
Máscaras con burro (1936).
Autorretrato con muñeca (1943).
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