Perfecto ejemplo del modernismo, residió en EEUU durante los primeros años del siglo XX (1904-1910), hasta que a partir de 1910 decide retornar a su tierra natal y centrar exclusivamente su última etapa artística y profesional en la pintura histórica y monumental. Un ciclo de veinte cuadros colosales, tales como la Epopeya Eslava, ponen de manifiesto una estética delicada, elegante y seductora.
Reconocido por su inconfundible estilo, muestra una clara inclinación a la curva y la contracurva unida al exquisito arabesco, la exuberancia y el exotismo patente en sus más afamados carteles modernistas.
Único en su legado, representa con las esbeltas figuras femeninas, místicos paisajes y suntuosas decoraciones, la producción de un genio consagrado a los sentidos.
Tres años antes de fallecer en 1939 (a causa de una pulmonía en pleno proceso interrogatorio de la Gestapo tras ser detenido), publicó su autobiografía.
Como curiosidad apuntar, la cercana amistad que mantuvo con los también artistas: Auguste Rodin y Paul Gauguin.
Gismonda, (1894).
Amantes, (1896).
Primavera, (1896).
Verano, (1896).
Invierno, (1896).
Salammbo, (1896).
Cartel para Nestlé, (1897).
Savonnerie de Bagnolet, (1897).
Danza, (1898).
Frutas, (1898).
Job, (1898).
Carteles para las obras Hamlet y Medea, (1899).
El abismo, (1899).
Proceso para la creación del cartel de: Cloches de Nöel el Páques, (1900).
La esmeralda, (1900). Modelo y obra.
La Brunette, (1901). Modelo y obra.
Escultura: Cabeza de mujer, (1902).
Joya diseñada por Mucha, (1905).
Lottery of nationality, (1912).
Los eslavos en su tierra original, (1912).
Apoteósis de los eslavos.
Mujer en el desierto, (1923).
Vidriera en la catedral de San Vito de Praga, (Comienzos de los años 30).
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