Trasladado a Berlín en 1915, será la capital alemana el lugar clave para su progreso como pintor crítico e inconformista, al relacionarse con artistas de homólogo pensamiento y convicción. Opuesto al esteticismo en el arte, vio en figuras como el citado Grosz, Raoul Hausmann o Theodor Däubler, un interés manifiesto de actividad, acción y lucha a través de la pintura que le permitieron alentar una cierta cooperación.
Sus cuadros muestran una clara predilección por la temática del mundo obrero y el clima social que lo rodea, basándose esencialmente en la deformación expresiva de los rostros, la mezcla de colores y en una fragmentación de los espacios que lo emparentan directamente con el cubismo y sus influencias.
Con respecto al carácter expresionista de su obra, cabe resaltar, la diferencia palpable frente a otros miembros del movimiento, esencialmente en el uso de un cromatismo plagado de rojos, violetas y amarillos en tonalidades muy intensas. Estilo que por otra parte es olvidado por el autor, tras perder la fe en una ideología comunista incapaz de gestionar una revolución con garantías de cambio real, orientando desde este momento su pintura a la utilización de colores más apagados y la plasmación de paisajes.
Junto con Georges Grosz, Otto Dix y Max Beckmann constituyó el grupo artístico: La Nueva Objetividad.
Autorretrato (1920).
El agitador (1920).
El minero (1920).
El orador político (1920).
Retrato de Raoul Hausmann (1920).
Obreros regresando a su casa (1921).
La muerte del poeta Walter Rheiner (1925).
Autorretrato (1926).
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