La relación de Pablo Picasso con esta corriente nunca fue oficial, no se dejó atrapar por el surrealismo de André Breton en 1924, y tampoco quiso ser definido como artista surrealista. No obstante tuvo estrechos vínculos y contactos con este movimiento y sus ideas. Los surrealistas exigían que el subconsciente fuera la inspiración artística por la que se guiaban, mientras que Picasso con frecuencia se burlaba del lenguaje de sus teóricos. De esta manera afirmaba: "He permanecido siempre en la realidad. No soy surrealista. Nunca me he apartado de la realidad. He permanecido siempre en la realidad." Sin embargo, en cierta ocasión admitió que: "Me esmero en todo momento para no perder de vista la naturaleza. Lo que yo persigo es la semejanza, una profunda semejanza, más real que la realidad, para alcanzar lo surreal. Así he comprendido al surrealismo, pero ese concepto ha sido utilizado de forma muy distinta."
Para los críticos, gran parte de su producción realizada desde 1925 a1936, se puede afirmar que, en gran medida giró al ritmo de los intereses del surrealismo. Pintó en 1925 La danza, marcando el inicio de una serie de pinturas cargadas de gran originalidad, envueltas en un espacio opresivo y distorsionado en sus anatomías, que parece remitirnos al mundo onírico y de las sugestiones. Con ella parece darse por iniciada su fase surrealista. En definitiva, aunque Picasso siempre declaró que no estaba inscrito en el movimiento surrealista, muchos de sus cuadros poseen características propias del mismo. Aunque quizás sus propias opiniones delante esta tendencia: "Me interesa el parecido más profundo, más real que lo real, que llega a lo surreal"
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