Pinturas reconocibles por el genuino dominio de la transparencia en la piel, y la manifiesta alusión a los clásicos desde Edgar Degas a los pintores del renacimiento italiano hasta la pintura flamenca del siglo XV; Jan Van Eyck más concretamente (Recuerden sino la obra: El matrimonio Arnolfini de 1434). Una perfección tangible en el acabado y la minuciosidad en el tratamiento de las formas que provoca una sensacional impresión de nitidez. Muy próxima al hiperrealismo evoca de manera magistral un formidable talento destinado a la transmisión de puro placer.
Reconocida su valía a nivel internacional ha alternado su presencia en diversas galerías o museos de Europa, EEUU y Japón, siendo Nueva York, Osaka o Estocolmo las sedes elegidas para exhibir parte de su producción.
Mantón (1979).
El gato azul (1984).
Secador de pelo (1984).
La cortina de pelo (1985).
Sujetador (1985).
El cuenco (1990).
Crucigramas (1991).
Bosquejo de un ala (1991).
La nariz en la almohada (1992).
Reflexión (1994).
Doble reflejo (1997).
Como una amapola (1998).
Joanne en la ventana (1998).
El tiempo suspende su vuelo (2000).
Volubilis (2001).
Bañista de Ingres (2002).
El baño (2004).
Cruzar las manos (2005).
Champagne (2006).
Argus (2006).
Pañuelo rojo en la lámpara (2009).
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